jueves, 30 de septiembre de 2010

Instrucciones para pronunciar una palabra

Amante. Amada. Amar.
 A. Abrir la boca, aspirar el aire y emitir la vocal con un corto golpe de la base de la lengua que expresa breve, discretamente la apertura del amor, una mano, una boca, unas piernas, unos brazos que se abren para recibirlo todo, para ofrecerse por completo. Cerrarla apretando los labios. Soltar el aire ahora como abandonándose, y aún esperando, sobre la ere, aún volviendo sobre sí, queriendo alcanzar la otra orilla.

Amar. Amada. Amante.
Amante, mascarón de proa, remonta el pecho e hincha las ventanas de la naríz, cortando el aire como un velero, deseando el peligro, mirando sólo adelante, hacia su norte, que es su amada, su amado, esa estrella fugaz, esa flecha lanzada desde el cielo, ese trueno, esa tormenta; amante, en ese sonido hay una dulce audacia, un avanzar sonriente y tenaz.

Amante. Amar. Amada. Sobre ella cae la adoración como una lluvia apacible.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

su lugar en el mundo

Mi amigo gustavo es muy, muy, muy, muy, muy, muy, pero muy muy muy pobre.
Tiene veinte años. Se mudó con su madre a una casa en Ramos Mejía que tiene patio y terraza, y un living bastante grande, pero sólo una habitación. De modo que ahora tiene que arreglárselas para improvisar su pieza en el comedor.
La habitación de la mamá, el living y la cocina están alineados de frente al patio, así que para llegar a la cocina hay que pasar por el living o por el patio. El living tiene una sola ventana.
Gustavo decide armarse una barricada de muebles que le hagan de tabiques. Pero, claro, son pocos muebles y la  mayoría son más bien armatostes que encontró en la calle, en realidad ni siquiera son realmente muebles: una estantería de acrílico sin fondo, una lámpara de pie sin lampara, una especie de tubo de pvc que parece una gigantesca uña postiza, cosas así. Gustavo siempre los recoge convencidísimo de que le serán de gran utilidad y lo más curioso es que sigue convencido tiempo después, cuando la estantería de acrílico revela que sólo sirve para sostener unos pocos objetos que podrían estar igual de bien en la calle o en un tacho de basura. De muebles como estos arma gustavo sus tabiques: un montón de objetos de alturas diferentes y un tanto inestables, cubiertos de a tramos por alguna tela también rescatada de algún lado para remediar la absoluta transparencia de algunos de ellos.
El resultado es algo parecido a las carpas que te armás de chico con tus hermanos usando sábanas, sillas y camas, pero con carácter permanente y un fuerte olor a porro. Eso sí: gustavo no es tonto y por eso ha armado su tienda frente a la ventana (la que también ha refaccionado con un enrejado de lo más curioso hecho de varillas de madera, aparentemente con el único propósito de que armonice con el resto del ambiente). Claro que con esto, además de bloquear la única fuente de luz del living, interrumpe o al menos dificulta el paso de la habitación a la cocina, con lo que los gritos de protesta de su madre se oyen, atravesando la barricada de tela, cada vez que pasa por allí. Qué importa. Gustavo es testarudo, y además, pone la música fuerte.