Era una cabaña de madera, sumergida en el centro de un bosque gigantesco que crecía a su alrededor, abrigándola. Eran varios; ella y otros amigos, de pie en el centro de la cabaña. Todos miraban hacia la puerta.
Afuera los árboles crecían y se adensaban en silencio. Adentro de la casa, el silencio era el latido expectante de un corazón, del corazón del bosque.
Y de pronto un ciervo había entrado de un salto por la ventana y había corrido a refugiarse en ella. Sus amigos estaban allí, en la penumbra, y también Laura, y ella dijo para sus adentros: "Pero fué, después de todo, a mí a quien eligió, yo fuí elegida para protegerlo, no Laura". El ciervo, muy joven y muy pequeño, tenía una herida antigua en un costado, y seguramente una más nueva, que ella no podía encontrar.
Despertó del sueño con el resabio agreste y húmedo del perfume penumbroso de los árboles, y con un vago desasosiego que no se supo explicar hasta que recordó al ciervo tan pequeño, que buscaba refugio en su regazo.
sábado, 30 de octubre de 2010
domingo, 24 de octubre de 2010
una tarde a las 19:25
Trataba de mantenerse a flote entre la marea de hojas secas. Se sintió en peligro y gritó adiós a familiares y conocidos. Comprendió qué frágil era toda su experiencia, y deseó verse inocente, de una sola pieza.
lunes, 4 de octubre de 2010
sueño
Es exactamente un picaflor, delicado, verde y diminuto, una piedra preciosa, pero trabaja como un pájaro carpintero. Abrazo el tronco de un árbol para oír mejor cómo picotea martillando en la flor.
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